Cambiar Mi Mundo: Capítulos 17 y18

CAPÍTULOS 17 Y 18 

¡HOY MARATÓN!

-Me parece lo adecuado.

Ella lo miró con impaciencia.

Capítulo 17

-¿Cuántos años tienes?

-Treinta. Pero, ¿qué tiene eso que ver en todo esto?

Lali lo miró con determinación.

-¿Y estás casado?

-¡Claro que no estoy casado! -explotó él-. No vendría a pedirte ayuda si tuviera una esposa con la que pudiera contar.

-¿Y si un día encuentras a la mujer de tus sueños y decides sentar la cabeza? Seguramente esa mujer no querrá compartirte a ti ni al bebé con nadie - Lali podía visualizar con demasiada viveza aquella posibilidad-. ¿Qué ocurrirá entonces?

En cuanto acabó, se arrepintió de todas y cada una de las palabras que había dicho. Se estaba haciendo la víctima, aun cuando se había prometido que sería un papel que jamás interpretaría. ¿Acaso llevaba ya mucho tiempo interpretándolo sin ser consciente de ello?

-¡Escúchame! Nadie puede saber lo que va a traer el futuro y no voy a ser yo el que intente mentir al respecto. Te estoy pidiendo que compartas la responsabilidad de criar al niño. Yo me comprometo a trabajar menos y ocuparme también de él -el gesto se le oscureció-. En cuanto a lo de encontrar a la mujer de mis sueños...

-¿Sí?

-Llevo demasiado en este mundo como para creer en cuentos de hadas.

Lali no se dio cuenta de que había estado conteniendo la respiración en espera de una respuesta.

En cuanto él certificó que no había nadie en su vida, ella respiró profundamente.

Si él se dio cuenta o no, nunca lo sabría. Había sido lo suficientemente discreto como para no hacer ningún comentario al respecto.

-Tengo que bañar al niño -dijo-. Te pediría que, mientras lo hago, pienses sobre la propuesta y me des una respuesta. Sea cual sea tu decisión, quiero volver a Londres mañana mismo.

El bebé abrió los ojos y Peter no pudo evitar mirarlo y hacer una pausa.

Lali vio un centenar de emociones reflejadas en el rostro de aquel hombre duro. Pero, de todas, destacaba una: el amor.

Sin duda, Peter Lanzani adoraba a aquel bebé, quería lo mejor para él y lo mejor, desde su punto de vista, era ella. Todo un halago viniendo de quien venía.

-Mientras tanto... -trató de continuar él, pero seguía absorto por la dulce caricia de aquella mirada infantil.

-¿Mientras tanto...? -preguntó ella.

-¿Qué? -preguntó él, volviendo al mundo de la realidad.

Estaba relajado, como si hubiera adivinado cuál sería la respuesta de ella.

Porque, por mucho que su cabeza quisiera decir que no por tantas razones como pudiera alegar, su estómago y su corazón le dictaban un sí.

Miró a Peter una vez más.

-Todavía no hemos decidido cómo lo vamos a llamar...

Capítulo 18

El campo resplandecía con una inmensa cantidad de verdes diferentes.

Aquí y allí se levantaba la piedra grisácea de alguna casa que se confundía con el color plomizo del cielo.

Era un día caluroso y húmedo que no invitaba a salir.

Lali estaba sudando a pesar de la refrigeración del coche que soplaba directamente en su cara.

Con la mirada fija en la carretera, no podía dejar de preguntarse qué le depararía aquel futuro incierto que había comenzado al subir al avión.

Peter había permanecido callado casi por completo desde que habían abandonado el hotel La Posada.

Tal vez, con su objetivo cumplido, podía dejarse llevar más plenamente por la tristeza que, sin duda, lo embargaba desde el accidente.

Lo miró una vez más. Su rostro no era más que una rígida máscara ilegible.

Había hecho el equipaje en menos de una hora y le había rogado a Peter que  volaran en el primer avión para España.

No veía motivo para quedarse en el hotel, bajo la estricta mirada de una comunidad bastante estrecha en su visión del mundo.

Era mucho mejor despedirse ya.

Después de que Julia Calvo le diera sus bendiciones y se alejaran de allí, todo sería un poco más fácil.

Pensó en el hotel. Había sido su refugio al volver de España, después de que su esposo la abandonara.

Pero, por no sabía qué extraña razón, se marchaba para desempeñar otro trabajo con el hijo de su difunto marido.

Ni siquiera había llamado a su madre para informarle del cambio súbito de planes. Tal vez temía que le diera motivos suficientes para rechazar tan descabellada oferta. O, simplemente, puede que le diera miedo su posible reacción, por lo que decidió avisarla cuando ya hubiese llegado.

Lali se forzaba a mantener la mirada fija en la carretera, como único modo de evitar que los ojos se le fueran hacia el hombre que estaba sentado a su lado.

Hacía mucho que no veía a Peter y, de pronto, estaban juntos para emprender un viaje a España. Esa debía de ser la causa de que sintiera tanta fascinación por aquellas facciones duras y bien dibujadas. Por supuesto que no tenía nada que ver con una fascinación entre mujer y hombre.

Volvió la cabeza para mirar al pequeño, que dormía plácidamente en la parte de atrás. Pensó en JP, ¡vaya nombre!

-¿Qué te parecería si le pusiéramos Federico? - preguntó ella sin más explicaciones.

Peter hizo un gesto de disgusto.

-No me gusta. Había alguien llamado así en el instituto. Era patético. ¡Dios santo! ¿Qué es eso de ahí? -dijo terriblemente indignado.

Lali se volvió.

Delante de ellos, paciendo plácidamente, había una enorme vaca en mitad de la carretera.

Peter frenó lentamente, hasta detenerse a unos metros de distancia.

-Se llama vaca, Peter -dijo Lali sin poder contener la risa-. Tiene cuatro patas y unas ubres enormes de las que se saca leche. A algunos les encanta su carne a la barbacoa los domingos, con un buen plato de verdura. Son unas criaturas muy útiles.

-¡Muy graciosa! -dijo él y la miró de soslayo. Se dio cuenta de que parecía tranquila, incluso relajada. Siempre había estado nerviosa en presencia de Pablo. Bueno, aquello era una buena señal-. ¿Y cómo se supone que vamos a seguir adelante?

-Puedes salir del coche y darle una palmada en el trasero a ver si se mueve -le sugirió Lali.  

Algo que debía ser tan habitual, como recorrer una carretera comarcal, se estaba convirtiendo en una auténtica aventura. Eso decía mucho de lo que era su vida.

Peter miró al animal.

-¿Es eso lo que haría un paisano de por aquí?

Lali sonrió, después lo miró realmente sorprendida.

-¿Estás de broma? Aquí se irían al bar más cercano hasta que la vaca decidiera apartarse.

-¿Y si tuvieran prisa?

-Esto es Argentina, Peter. Lo más que alguien haría sería buscar una ruta alternativa.

-¿Y qué deberíamos hacer nosotros?

-¿Tenemos mucha prisa?

Peter se encogió de hombros y, al hacerlo, notó la tensión que tenía en los hombros. Había asumido, sin más, que la tenían. Pero, ¿por qué? Se pasaba toda la vida corriendo de un lado a otro y, como todos los hábitos, era una costumbre difícil de variar.

Continuara.....


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Para la próxima 40 firmas! jajaja No me dejaron ni terminar de comer! jajaa

40 FIRMAS Y OTRO CAPÍTULO

Besos
@loveTa_Col